2012 | 204 pp. | Backlist (Planeta) | Die Verstümmelten | 9788408110446

 

¿Por qué Los mutilados? Por pura curiosidad. Y, también porque Tizire tuvo la amabilidad de enviármelo, con motivo del concurso organizado en su blog El lado frío de mi almohada, en tiempo récord.


«En la noche acechaban todos los peligros. Estaba indefenso y no se fiaba de la soledad. En la oscuridad se escondía algo, alentaba la conspiración, y Polzer nada podía contra ella. La amenaza rechinaba, respiraba y acechaba en la puerta. Podía penetrar por la menor rendija en cuanto se desprendiera la primera piedra y pudiera asentar el pie.»


Impresiones: «Los mutilados«, publicada originalmente en 1923, ofrece un perturbador escaparate humano de seres desfigurados por la inmoralidad, la avaricia, la perversión sexual y la paranoia, que se retuercen de culpa. En el centro se encuentra Franz Polzer, empleado de Banca desde hace diecisiete años, anulado por la regularidad, la puntualidad y la certidumbre insoslayable de cómo iba a ser el día siguiente. Un hombre afectado por un trastorno obsesivo compulsivo, miedoso y traumatizado por un pasado escabroso, que lleva una vida de continuada penitencia. «Semanalmente contaba todos sus efectos personales: libros, periódicos, papeles viejos y prendas de vestir«, para estar «seguro de que su patrimonio no sofría ningún cambio«. En fin, una especie de fantoche, con distintos tipos de manías y fobias, a merced de los sádicos caprichos de la viuda Frau Porges, arrendataria de la habitación que ocupó cuando dejó sus estudios y empezó a trabajar; de Karl Fanta, su único amigo, rico y, sin embargo, desvalido debido a una rara enfermedad que le va descuartizando el cuerpo como si de un árbol se tratara; y de Soontag, el enfermero de Karl, atormentado por sus tiempos de matarife.


Con este explosivo cóctel de personajes malévolos, Ungar confecciona así una trama desconcertante, narrada sin disimulaciones, que se va intensificando hasta llegar al final. Es decir, lo que, en un principio, llega al lector como la triste historia de un alma atormentado y penoso rápidamente se convierte en un verdadero infierno, una «conspiración diabólica», capaz de dejarle mudo de asombro. Y, a partir de ahí, de repente las páginas vuelan y con ellas la preocupación de los personajes por disimular su enajenación mental.


Desde mi punto de vista, la mayor virtud de esta novela radica en el ritmo, tensión y nitidez que el autor imprime a los dilemas existenciales de los personajes, conjugando la fluidez narrativa con la ironía, que en determinadas ocasiones desembocan en momentos escalofriantes («- A todos puede llegarnos la muerte en cualquier momento. Y cuánto más a usted, que está enfermo. Herr Fanta, a usted ya le ha tocado el hombro. ¡Antes de que sea tarde, confiésese al que sufrió por usted, para que pueda ser redimido! Herr Fanta, la muerte está en la puerta.»).


En definitiva, «Los mutilados» es un relato preciso y contundente sobre un conjunto de personajes malévolos y psicóticos al borde del abismo, que me recordó mucho a «Jerusalén» de Gonçalo M. Tavares. Una novela envuelta en una atmósfera demencial donde el aire parece estar viciado y todos los personajes sufren algún episodio psicótico. Como bien define Ricardo Menéndez Salmón, autor del prólogo de la reciente edición publicada por BackList, «todo en «Los mutilados» suma en la contabilidad de la angustia«. Por todo ello, creo que no os sorprenderá si os digo que esta no es una novela destinada al gran público, sino, más bien, a un ámbito seleccionado de lectores, en particular a los apreciadores de Kafka y de la literatura centroeuropea. En todo caso, esto no invalida el hecho de que la calidad de estas más de doscientas páginas sea suficiente para situar Hermann Ungar en la estantería a la misma altura que otros nombres que conforman el selecto núcleo de la literatura escrita con mayúsculas.

 

Hermann Ungar (Boskovice, Moravia, 1893 – Praga, 1929), escritor alemán, nacido en el seno de una familia judía de la alta burguesía, se doctoen derecho en la Universidad de Praga y comenzó a trabajar en el Ministerio de Asuntos Exteriores checo. Durante la Primera Guerra Mundial fue llamado a filas y cayó herido en el frente. Sus primeros textos, básicamente narraciones breves, fueron publicados en 1920. A pesar de que se mantuvo siempre al margen del círculo de grandes literatos que, por aquel entonces, dominaban la escena praguense (Max Brod, Franz Kafka y Franz Werfel, entre otros), sí que pueden encontrarse algunas concomitancias entre la obra de Ungar y la de los autores del círculo, sobre todo la de Kafka, en lo que al estilo parabólico de sus narraciones y la descripción del individuo como víctima de sus propios temores se refiere. Para Ungar, el hombre es siempre el prisionero de sus obsesiones sexuales y patológicas.

 

Conclusión: Un texto preciso y contundente, plagado de cuestiones morales y seres perturbados, capaz de dejar el lector mudo de asombro. ¡Imperdible!