2011 | 304 pp. | Libros del silencio | Knockemstiff9788493853105

 

¿Por qué Knockemstiff? Como he adelantado a finales de marzo, he llegado a «Knockemstiff«, Ohio, tras un breve intercambio de mensajes en Twitter, donde se comentaba que David Vann, y su Sukkwan Island, no estaban a la altura del autor que hoy os presento (o incluso de Cormac McCarthy). Dicho debate ha sido más que suficiente para dejarme intrigada, y conducirme a la librería para adquirir un ejemplar de la novela debut de Donald Ray Pollock. Asimismo, creo que en estos momentos estoy en deuda con las redes sociales y, en concreto, con el grupo Café Literario por haberme abierto una ventana a la denominada «literatura de territorio«.


«Bienvenidos a Knockemstiff, Ohio. Lo de «bienvenidos» es un decir. Nadie jamás ha sido bienvenido aquí y los que vinieron no piensan en otra cosa que en marcharse. Pero ustedes ya están aquí (sin duda, por culpa de un error a la hora de mirar el mapa de carreteras) y, ya puestos, habrá que sacarle el máximo partido a esto. A Knockemstiff, Ohio. Pero tengo que avisarles de algo: una vez aquí, nadie consigue salir.» (extraído del prólogo de Kiko Amat)


Impresiones: Knockemstiff, una hondonada al sur del estado de Ohio, es la protagonista principal y el denominador común de los relatos que componen la obra de Donald Ray Pollock, considerado por la crítica como uno de los mejores escritores que han salido de Estados Unidos en los últimos años. Pero decir esto sería quedarse corto. Knockemstiff es un lugar inhóspito, en medio de ninguna parte, delimitado y separado del resto del mundo por la ausencia de esa falta de luz al fondo del túnel, por ni siquiera ser posible imaginarla sin recurrir a alguna sustancia adictiva, y por una atmósfera sombría y enfermiza que parece reflejar, como si de un espejo se tratara, las historias de vida de sus habitantes. Y, como no podría ser de otra manera, dichos seres presentan, pues, unas vidas miserables, de padres coléricos, madres ausentes, y hijos traumatizados, desvalidos o discapacitados, casi siempre con una sórdida o extraña obsesión. En fin, si no tuviéramos acceso a este texto, como ejemplo de la nulidad humana en las sociedades contemporáneas, nos sentiríamos tan ignorantes como el forastero americano que pregunta inocentemente a uno de los narradores: «- ¿Por qué cojones lo llaman Knockemstiff? Es un nombre muy agresivo para un sitio tan tranquilo».


Pero, no os asustéis. «Knockemstiff» está redactado de manera que resulte fácil su lectura, puesto que Pollock equilibra con maestría la brutalidad de las vivencias de sus tristes protagonistas ficticios, narradas en primera persona, con la dosis justa de humor negro. Muy probablemente esto es lo que le permite distanciarse de la historia y relatar cada episodio desde un territorio neutro (una vez que él mismo nació y creció en Knockemstiff). Aquí no hay lugar ni para la conmiseración, ni para la redención, lo que permite al lector entrar de lleno en esta poderosa historia y sentir de cerca ese sentimiento de vértigo del abismo bajo los pies. En este mismo sentido, cabe aún destacar el notable encadenamiento de los relatos, a través de la transformación de algunos de sus protagonistas en meros transeúntes en las siguientes páginas. En suma, en sus casi trescientas páginas, nada ha sido dejado al alzar, ni en lo que respecta a la perfilación psicológica de estos espíritus fracasos, ni tampoco en la estructura formal que agiliza el seguimiento de unas tramas aparentemente independientes.


Como ha expresado Mientrasleo en un determinado momento, el magnetismo de esta obra reside en la visión conjunta que se extrae de su lectura, aunque también me parece pertinente señalar que hay unos pocos relatos que sobresalen, logrando que el horror se quede impreso en la mirada de los lectores más sensibles. En concreto, me refiero al que se intitula «El destino del pelo«, al poner de manifiesto, con una crudeza tremenda, el encarcelamiento indefinido de estos sujetos a un pasado y un futuro sin brío, ni gloria, donde el simple hecho de «olvidar puede ser lo mejor que hagan nunca«.


Sentado todo lo anterior, si se da el caso de que he conseguido despertar vuestro interés hacía este libro desconcertante, es imprescindible que toméis nota de que no deberéis leer al principio el prólogo de la edición española, sino que lo más aconsejable es convertirlo en epilogo. En mi opinión, Kiko Amat hace un análisis extraordinario de la obra de Pollock, pero el grado de detalle que ofrece y la seriedad de su tono pueden mermar el pleno disfrute de las siguientes páginas.


En conclusión, «Knockemstiff» es un libro duro y violento, que empuja el lector hacía un pozo donde el agua es sustituido por agujas, crack, anfetaminas, opiáceos, fármacos, alcohol y perversión, aunque no por ello dejaría de recomendarlo. Me parece una apuesta segura si lo que buscáis es una lectura impactante, que os sacuda y os haga cuestionar si la lejanía de este escenario no es apenas una frágil ilusión.


Donald Ray Pollock (Ohio, 1954) nació y creció en Knockemstiff, una hondonada al sur del estado actualmente convertida en un auténtico pueblo fantasma. Dejó el instituto a los diecisiete años para trabajar en una planta cárnica y, más tarde, en una fábrica de papel en la que estuvo empleado durante treinta y dos años. En 2009 se graduó en la Universidad Estatal de Ohio y sus textos han sido publicados en numerosos periódicos y revistas. «Knockemstiff» fue su primer libro, y en Estados Unidos acaba de publicarse el que lo procede, bajo el título «The Devil All the Time«.

 

Conclusión: Un libro impactante que creo firmemente que merece la pena conocer, y que fácilmente se convierte en una lectura adictiva