Y el sol arde con tonos sangrientos a medida que se pone …

Publicado el marzo 16, 2014

«Luego llegó el verano. Un verano renqueante bajo el peso de la floración, pesados girasoles lloraban inclinados sobre las vallas; los iris se enroscaban y se resecaban por los bordes, lejos de sus corazones morados; las mazorcas de maíz dejaban caer sus melenas doradas alrededor de sus tallos. Y los chicos. Los guapos, guapísimos chicos que salpicaban el paisaje como piedras preciosas, rompían el aire con sus gritos en el campo y espesaban el río con sus relucientes espaldas húmedas. Hasta sus pisadas dejaban estelas de olor a humo detrás.»

Sula  (1973), Toni Morrison

Tiempos de reflexión # 2013

Publicado el diciembre 30, 2013

«No hay una vida completa; hay sólo fragmentos.»  Y, en lo que a literatura se refiere, estos han sido los mejores de 2013:


Memoria de Elefante, de António Lobo Antunes
Años luz, de James Salter
El ruletista, de Mircea Cărtărescu
El marino que perdió la gracia del mar, Yukio Mishima
Indignación, de Philip Roth
Kafka, de David Zane Mairowitz y Roberto Crumb


[El balance del año 2012]

«La librería de los escritores», de Mijail Osorguin

Publicado el noviembre 14, 2013

«Llegará el momento, espero, en que yo – o alguien más – tenga ocasión de evocar los distintos tipos de nuestros proveedores y clientes. Entonces hablaremos de esos viejos profesores que primero nos traían los libros que no necesitaban, luego los tesoros de sus bibliotecas, luego baratijas sin ningún valor, luego algún libro ajeno que les habían dejado en depósito…Mencionaremos también a las damas que llegaban con novelas francesas, a los adolescentes que se despedían de la literatura de su infancia, a los coleccionistas que, libro tras libro, nos entregaban aquello que había dado sentido a sus vidas, a los libreros de viejo que acudían para respirar un aire familiar, a los nuevos ricos que nos compraban los «libros-divisas» invirtiendo así un dinero que se devaluaba rápidamente, a los obreros que compraban para un club, a los conocedores que pasaban amorosamente las páginas de un raro ejemplar, al intelectual tozudo que quería vivir a toda costa del alimento espiritual (…) Tuvimos clientes que nos visitaban a diario, si no para comprar, por lo menos para pasear junto a los anaqueles, deleitarse con los libros, encontrarse entre ellos.»


Publicada primeramente en la revista literaria Adelphiana en septiembre de 2001, esta breve crónica reúne las memorias del novelista y bibliófilo Mijaíl Osorguín sobre su paso por «La librería de los escritores«, inaugurada en Moscú en el año de 1918 tras la Revolución de Octubre. Haciendo hincapié en las excentricidades de algunos de sus socio-fundadores y las motivaciones de sus proveedores, Osorguín reflexiona aquí sobre el precario valor de una «ración de libros» cuando los intereses del mundo circundante se reducían a una libra de harina y una decena de arenques soviéticos, el hostigamiento del régimen y la decadencia de los valores culturales. Y, si todo ello es más que suficiente para que cualquier amante del papel y la letra impresa se sienta prácticamente en casa, no deja de ser lamentable que el texto adopte una condición tan fragmentaria. Lo cierto es que uno no quiere que esa voz embriagadora y nostálgica se silencie y que la llama de esa pasión se extinga, aun cuando las mesas de novedades se encuentran saturadas de novelas sobre libros y literatura. Todavía quedan tantas preguntas en el aire, tantas anécdotas por contar.


2008 | 73 pp. | Sexto Piso & Edicions La Central | Knízhnaia lavka pisátelei | 9788461206629