2009 (19ªEd.) | 318 pp. | Anagrama | Women | 9788433920997

 

«Uno simplemente se cansaba de estar manteniendo apartado el amor y lo dejaba venir, porque a algún lado tenía que ir.»


Impresiones: Lydia, Dee Dee, Mindy, Katherine, Tammie, Mercedes, Cecilia, Tessie, Iris, Cassie, Debra, Tanya, Sara… Mujeres. Una reserva inagotable a disposición de Henry Chinaski.


Narrador y protagonista de la novela, Henry Chinaski es un viejo indecente que a sus cincuenta años abandona su empleo en la oficina de correos para convertirse en poeta alcohólico de segunda. Consecuencia evidente del cambio de estatus es el alocado desfile de cuerpos femeninos que cruzan el mugriento umbral de su hogar para entregarse al juego más viejo y excitante de todos.


En estos términos arranca y termina esta historia monotemática sobre lo que el mismísimo álter ego de Charles Bukowski denomina «el cuento de amor de la hiena«. Una historia impregnada del olor del puro sexo y de cerveza derramada, que ofrece una caricatura de un conquistador vulgar y marginal(izado) sumergido en todas las cosas supuestamente malas: la bebida, las apuestas en el hipódromo y los combates de boxeos, y la ausencia de conciencia política, ideas o ideales. Un hombre rudo, solitario y obsesionado con el placer venéreo que supo esperar su turno y no se molesta en perder el tiempo con palabrería falsa.


Dicho esto, la novela puede parecer, a primera vista, algo grotesca y reiterativa. No lo niego; sin embargo nada de esto invalida el hecho de que el lenguaje directo y transgresor, el humor seco y los diálogos escuetos le den un toque de gracia, que fácilmente abre paso a una media sonrisa («– ¿Qué piensa de las mujeres? – No soy un pensador. Cada mujer es diferente. Básicamente parece que sean una combinación de lo mejor y lo peor, lo mágico y lo terrible.«).


En resumidas cuentas, «Mujeres» es un texto provocativo tan descabellado como adecuado para pasar un rato entretenido. Y eso es todo. Exceptuando el hecho de facilitar el acercamiento a un destacado representante del realismo sucio, su lectura proporciona muy probablemente la misma satisfacción que una novela gráfica ordinaria de alto contenido sexual.

 Charles Bukowski

Charles Bukowski (Andernach, 1920 – Los Ángeles, 1994) ha sido comparado con Henry Miller, Céline y Hemingway, entre otros autores, y ha inspirado numerosas películas como «Barfly» de Barbet Schroeder y «Ordinaria locura» de Marco Ferreri.

 

Conclusión: Una amplia serie de explicitas «viñetas» de contenido sexual, no apta para todos los públicos