2012 | 106 pp. Mondadori | L’Alcool et la Nostalgie | 9788439724810

 

«Los viajeros son un ejército ocioso en perpetua derrota.«


Impresiones: Leí “El alcohol y la nostalgia” con el mismo entusiasmo con que leí, meses antes, “Amarillo” (2008) de Félix Romeo. Embriagada por la musicalidad casi poética, la ira de la incomprensión y la tristeza melancólica de su pluma me he dejado llevar. A raíz de ello, me subí al mítico tren Transiberiano, que partía de Moscú en dirección a Novosibirsk, en compañía de un escritor desilusionado y envenenado por la dulce droga de la memoria – Mathias – y un fantasma de carne y hueso, y me quedé con la sensación de que el trayecto era mucho más corto que su equivalente en un mapa. Desafortunadamente el viaje no se extendió más allá de un centenar de páginas.


El libro, adaptación de una ficción radiofónica de cien minutos emitida en 2010 por France Culture, arranca cuando Mathias recibe una llamada en plena noche de su amada parisiense Jeanne para comunicarle que su amigo y rival Vladímir, emborrachado por la vida, se ha dejado ir. Esa misma noche, Mathias parte hacía la ciudad de los tres mil campanarios y de las siete estaciones para entregarse a una velada fúnebre solitaria de dos mil ochocientos catorce kilómetros. Una vez acomodado en el tren, a solas con sus pensamientos y sus penas, Mathias, en un trance casi místico, empieza a repasar las luces y sombras de su pasado que van ganando forma, a través del paisaje aparentemente estático, que se desdibuja al otro lado de la ventana. En efecto, a partir de este momento, la novela se convierte en un ejercicio de restauración incompleto de una pintura de una amistad feroz y desmesurada entre dos hombres y una mujer que durante un tiempo fueron como muñecas rusas – “encajadas para siempre las unas en las otras, inútiles fuera, abiertas en dos y vacías”. Un diario intimo que sostiene en sus hojas los recuerdos de los primeros años de juventud, de los amores frustrados y de los deseos imposibles de cumplir:


 “(…) y descubrir una libertad que en realidad jamás había conocido, aparte de en los libros, en los libros que son mucho más peligrosos para un adolescente que las armas, pues me inculcaron unos deseos imposibles de cumplir, Kerouac, Cendrans o Conrad, me hacían desear un partida infinita, amistades de vida o muerte a lo largo del camino.”


En suma, «El alcohol y la nostalgia» es una novelita, de corte intimista, que produce en el lector los mismos efectos que la degustación de un exquisito aperitivo: el deseo de repetir la experiencia.

 

Mathias Énard (Niort, 1972), después de cursar estudios de árabe y persa, se establece en Barcelona en el año 2000, donde participa activamente en varias revistas culturales, entre ellas la extinta Lateral. Miembro del consejo de redacción de la revista Inculte en París, en 2005 fue elegido escritor residente en la prestigiosa Villa Médicis en Roma y hasta 2009 ejerció de profesor de árabe en la Universidad Autónoma de Barcelona. Énard es autor de las novelas: La perfección del Tiro (2004), Remontando el Orinoco (2006), El manual del perfecto terrorista (2007), Zona (2008) y Habladles de batallas, de reyes y elefantes (2011).

 

Conclusión: Una novelita recomendable para perderse en el tren de la memoria …